valentín demetrio paniagua corazao
LA TERCERA
“Todos queremos creer que aquí hay un nuevo quehacer. Y hay una tarea, tal vez modesta, pero de profunda significación para el desarrollo nacional. Esa ilusión no es fruto de ninguna pasión política de circunstancia ni de una ensoñación demagógica. Por extraño que parezca, son sentimientos nacidos de una profunda convicción nacional: la necesidad de exaltar, afirmar y consolidar la Constitución como norma de vida y de convivencia diaria. Y es que en ella, como dijera Francisco de Paula González Vigil en la histórica acusación constitucional al Presidente Gamarra: "Nada hay pequeño, todo en ella es grande y sagrado". Esa percepción del valor de la Constitución inspiró y llevó a nuestro héroe, "El Caballero de los Mares", cuyo escaño aquí mantenemos simbólicamente, a proclamar que él no reconocía otro caudillo que la Constitución. Y es eso, precisamente, lo que queremos afirmar, como fuente de inspiración en la tarea que nos proponemos emprender en estos escasos ocho meses que nos corresponden en cumplimiento de la responsabilidad impuesta por el artículo 115° de la Constitución del Estado. Tal tarea consiste en contribuir de manera decisiva a la reconstrucción y reinstitucionalización democrática que los diversos sectores políticos del país han emprendido en la Mesa de Diálogo facilitada por la OEA y que este Congreso ha formalizado mediante leyes fundamentales. Esa tarea no puede cumplirse con un mero rito jurídico de corrección o de enmienda de leyes. Debe inspirarse, precisamente por ser democrática, en la concertación, en el diálogo y en la búsqueda del consenso. Pero de modo semejante, debe asentarse en sólidos principios éticos, políticos, que iluminen y guíen los pasos de ese quehacer fundamental. Nada más apropiado para ese empeño que recordar el triple mandamiento ancestral andino, no sólo para reivindicar nuestras raíces genuinamente peruanas, sino para proyectar en la construcción de nuestro destino la inspiración sin la cual no logrará consolidarse. Proclamamos, pues, y hacemos nuestros los principios de la ética incaica de laboriosidad, veracidad y honestidad”. Discurso del doctor Valentín Paniagua Corazao al asumir la presidencia de la República del Perú el 22 de noviembre de 2000.